PUEBLOS - Punta Mujeres
 

 

 

LAS SALINAS

 

En la segunda mitad de la década de 1930, se llevó a cabo el comienzo de las obras de construcción de las Salinas de Punta Mujeres, bajo la dirección de Don Ventura Acuña Quintero, que represen­taba a sus dos cuñados, Don Manuel y Don Antonio González Ramírez, cuya industria llegó a tener un gran auge, llegando a ocupar una superficie con sus tajos y sus cocederos, molinos y accesorios, de 43.900 metros cuadrados, llegando a alcanzar una producción en sus mejores tiempos, de hasta 840 toneladas de sal al año.

Para acceso a la zona de Punta Mujeres, Don Ventura Acuña Quintero, acondicionó varios caminos o entradas, siendo uno por la zona de Los Morros de Arrieta, en la inmediatez de Caleta de Campo, aparte de otra entrada por el Camino de Las Quemadas, pasando por la Cuesta de Clotilde.

Estas obras fueron atendidas por Don Pedro Lasso Méndez y otros, estando ocupados los trabajadores Don Rafael Niz Concepción, Don Salvador de León Peraza, y varios salineros como Luis Figuera Rivera, de Máguez que fuera el primer Salinero, fallecido en 09-06-1954, en una finca de su propiedad de El Raso, luego fuera Don Dámaso González Núñez, y también luego el hijo del primero, Don Gregorio Figuera Mesa, Don Rafael González Montelongo, y otros varios. Pero estas salinas realmente llegaron a ocupar a varias personas de Máguez, Haría, Mala, y otros lugares del Municipio, en una  época de mucha necesidad.

En los tiempos de Las Salinas, se preparó por Don Ventura Acuña tero, un pequeño muelle con unos almacenes para poner la sal, y salero, y por este muelle se vendía la sal en barcos, al precio de un real (0,25 pesetas el Kilo) pero además se vendía mucha sal para salar las carnes y los pescados, y hasta allí acudían las personas que mataban su cochino y se compraban un quintal como término medio, y ello hasta que llegó el hielo y acabó con la industria de las Salinas.

Se da la circunstancia que aquella época era muy propicia para las Salinas ñas, ya que no había hielo, y las carnes y pescados había que conservarlos con el uso de la sal, hasta el punto de que al poco de empezar las de Punta Mujeres, Don Isidro López Socas, promovió la creación de otras Salinas en el Caserío de Órzola, que funcionaron bastantes años, hasta que le llegó también la quiebra como a todas.

Las Salinas de Punta Mujeres, que tuvieron un gran auge hasta la década de 1950, su negocio fue decayendo a partir de los años de 1960, al comenzar las fábricas de hielo, y el propio Don Ventura Acuña Quintero, ya comenzó a vender sus primeros solares en esta década, y la gente se quejaba de que las Calles se habían marcado muy estrechas, y de hecho no podían pasar bien los coches, y también se vendieron solares en la orilla del mar, y los vendedo­res querían  vender los solares a ser posible a marea vacía, exagerando un poco, pero fue saliendo y corrigiéndose, y los compradores no compraban lo que pertenecía a la orilla del mar.

A finales de la década de 1950, ya fue tan grande el deterioro o bajada de los precios en la sal, que ya este negocio no era rentable, como pasaba i todos sitios, de forma generalizada, y ello hasta el punto de que los dueños decidieron vender el territorio de Las Salinas, perdiéndose así una de las riquezas más importantes del entorno, y cometiéndose con ello un atentado a la historia y la cultura, además de la arqueología y arquitectura, pero la en el sector era evidente.